Las Bibliotecas Boldeian de la Universidad de Oxford, la “Bod”, llevan una existencia de 400 años y trece millones de objetos, de los cuales, más de un millón forman las colecciones especiales: libros y manuscritos raros, papiros, mapas, atlas, planchas de cobre, fotografías… Dos plantas bajo tierra, en un taller en penumbra ajeno al ruido de la calle que tiene encima, una máquina con nombre de diosa los escanea tridimensionalmente con un nivel de detalle de 25 micras: por cada píxel de las imágenes que produce, el escáner captura una superficie equivalente a, más o menos, la quinta parte de un cabello humano. Es la primera vez que la Bod, una de las bibliotecas más antiguas de Europa, toma datos en tan alta resolución de sus colecciones. De nombre Selene, diosa de la luna para los griegos, el escáner ha sido diseñado específicamente para adquirir la textura y el color de superficies de bajo relieve, casi planas, como páginas de libros o manuscritos, pero que en realidad son muy ricas en texturas, es decir, permite ver obras planas como objetos 3D. Su resolución es de 1.100 puntos por pulgada, aunque podría llegar a capturar hasta 12 micras, más del doble de resolución.Más informaciónEsta, digamos, topografía, no se puede ver ni registrar con técnicas fotográficas convencionales. Estos volúmenes son tan invisibles que, durante más de doce siglos, nadie advirtió que un raro y valioso manuscrito medieval del siglo VIII escondía unas incisiones en sus márgenes: el nombre en inglés antiguo de una mujer, Eadburg. Las marcas, levísimas —las más intensas solo tienen entre 15 y 20 micras de profundidad— y sin rastro de tinta, fueron descubiertas cuando John Barrett, fotógrafo jefe de la biblioteca, utilizó Selene para escanear el manuscrito, una copia en latín del Libro de los Hechos de los Apóstoles. Estudiando las imágenes junto a Jessica Hodgkinson, que entonces preparaba su doctorado sobre mujeres y cultura medieval, llegaron a la conclusión de que correspondían a este nombre femenino, Eadburg, una mujer a la que suponen inglesa y muy culta, que lo grabó hasta 15 veces, completo o abreviado, en el texto bíblico. El hallazgo se convirtió en el proyecto Mujeres en los márgenes. Tecnología de la paciencia El taller de Factum Arte, en el barrio madrileño de Ciudad Lineal, podría ser un invento de la imaginación, un revoltijo a lo Alicia en el País de las maravillas: una copia de un coloso del siglo IV te recibe desde sus 13 metros de altura; das un paso, y tumbas de faraones del inframundo, otro, y bellísimas pinturas renacentistas; al fondo de una sala de techos altos y partículas de yeso suspendidas, dos enormes impresoras 3D, una ideada junto al fotógrafo Boris Savelev para imprimir imágenes de cuatro metros de altura. Entre originales y copias y neblinas teatrales, es tanta la tentación de tocarlo todo, que lo mejor es no sacar las manos de los bolsillos.Selene es la invención tecnológica más compleja que han abordado en escaneado 3D. Salvo la cámara y la lente, “el núcleo del sistema y todo su alrededor está diseñado aquí por nosotros: la electrónica de los flashes, el diseño electrónico, la programación de los microcontroladores, la comunicación de la máquina con el ordenador, el software que procesa las imágenes, el sistema de información geográfica con el que las visualizamos…”, explica Carlos Bayod, director de proyectos. Componentes de montaje impresos en 3D completados para La fuente con Moisés golpeando la roca para sacar agua de la
roca. J. Paul Getty Trust“Cuando un investigador se acerca a una obra de arte —dice Santiago del Bosque, analista técnico de arte— necesita dos cosas: tiempo y paciencia. Y con el objeto directamente no se tienen. Nuestra labor tecnológica ayuda a conseguirlo: acercarla, tender ese puente, crear esa conexión”. El pasado verano instalaron un modelo en el Museo Británico para digitalizar su colección de 130.000 tablillas cuneiformes, y recientemente, las bibliotecas de las universidades de Princeton y Manchester han adquirido el sistema y están estudiando sus colecciones con él. En España, Factum instaló en noviembre un modelo en el Instituto Valencia de Don Juan en Madrid en una colaboración sin ánimo de lucro para digitalizar su colección. Este alberga unos 8.000 objetos entre textiles, cerámicas, monedas, medallas, azabaches, marfiles tallados, armas, joyas y un archivo de más de 50.000 manuscritos y documentos. Aunque es una de las colecciones más significativas de arte islámico de la Península Ibérica, no es un museo. Los investigadores pueden solicitar examinar los objetos, pero el público no tiene acceso. Y lleva más de cien años oculto como un gran secreto. Detalle de los componentes de montaje conformado instalados en Pluto Abducting Proserpine.J. Paul Getty (2025Hasta ahora. De momento, Selene ha escaneado cientos de piezas: cerámicas, textiles, azabaches, astrolabios, pinturas… y el objetivo es escanearlas todos. “Es la manera de tener una foto fija de su estado de conservación, pero también de abrir la colección a investigadores del mundo para que puedan acceder en remoto a través de unas aplicaciones de navegación específicas”, explica Cano. También han escaneado dos manuscritos únicos: Primera y segunda parte de las reglas de la carpintería, escrito por Diego López de Arenas entre 1613 y 1618 y Tratado de la pintura en tres libros, redactado por Francisco Pacheco en 1638. Ambos son versiones tempranas de tratados que se publicarían posteriormente. “Los resultados obtenidos nos permiten comprenderlos como diarios creativos: el contacto directo entre la mano y el papel nos acerca hoy más que nunca a la presencia del autor. Correcciones, tachaduras, añadidos, recortes y páginas suplementarias actúan como recetas que describen la transformación de la madera y la pintura”, dice del Bosque. Otra pieza destacada es el azulejo Fortuny, una pieza legendaria de la colección que solo ha salido para una exposición en el Museo del Prado. “Es una pieza sumamente delicada y conseguimos sacarla para Selene. Al digitalizarla, vimos que se rompió en algún momento. Soy historiador del arte y me dedico a la parte material y cuando lo tuve delante no me di cuenta de que se veía la restauración. No fue hasta que procesé las imágenes cuando dije: aquí está, aquí se rompió”, concluye del Bosque. Soportes invisibles en 3D El Museo Getty, en Los Ángeles, tiene un problema sin solución: se encuentra en una zona sísmica activa, en la falla de San Andrés. Cada año, reciben muchísimas obras, aunque no precisan el número exacto, prestadas por museos de todo el mundo. “Para nosotros siempre ha sido un gran reto encontrar la manera de exponerlas de forma segura y discreta”, explica por Zoom JB Farret, montador senior del área de Conservación de Artes Decorativas y Escultura del Getty. Antes del escaneado 3D, viajaban a los museos para obtener información sobre las piezas y, de vuelta a Los Ángeles, hacían modelos en papel y otros materiales para fabricar soportes que resistan terremotos. Ahora escanean e imprimen el gemelo digital que les sirve como modelo muy preciso para diseñar y fabricar los soportes de forma que, cuando llega la obra verdadera, solo tienen que hacer ajustes mínimos. Ilustración del escaneo 3D de Bacchanal utilizado para diseñar su soporte antes de su fabricación.J. Paul Getty Trust (2025) “En los últimos años, nos hemos vuelto muy buenos escaneando y ahora también imprimimos algunos soportes, especialmente si son montajes internos, si podemos ir dentro de la obra de arte. Por ejemplo, una estatua de bronce hueca, escaneamos el interior e imprimimos soportes que se ajustan con mucha precisión y son invisibles para el público. El objetivo es siempre la menor manipulación”, dice Farret. El número de estos soportes que fabrican varía en función de las exposiciones, pero puede llegar a cientos cada año. Recientemente, trabajan en la exposición The Kingdom of Pylos: Warrior-Princes of Ancient Greece que traerá desde Pilos, en Grecia, 228 piezas, de las que han escaneado unas 70, increíblemente frágiles: piezas de oro, espadas, armas, esculturas, una de las coronas de bronce más antiguas de Europa…Plutón raptando a Proserpina, probablemente fundida a finales del siglo XVIII Según un modelo de François Girardon (francés, 1628-1715). Museo J. Paul Getty.Getty Communications“Todo es tan frágil y pequeño, que la capacidad de escanearlos en 3D es muy importante. Y, una vez más, tenemos limitaciones de tiempo porque el periodo de instalación es muy corto. La exposición también se centra en el proceso arqueológico, por lo que gran parte de este material ha sido excavado y desenterrado recientemente, lo que significa que no está tan consolidado y que es un poco más difícil trabajar con él”, explica. El arte que nace digital En el Museo Reina Sofía lanzaron recientemente un proyecto europeo para escanear 300 obras, además del Guernica y otras 30 que pueden verse en su web, y han implementado un 3D en alta resolución. “Escaneamos cuando tenemos que trabajar sobre alguna obra que tiene algún problema, no lo hacemos sistemáticamente con todas”, explica Jorge García Gómez-Tejedor, jefe de conservación-restauración del museo. El objetivo es que todo acabe en un web de forma que los gemelos digitales sean accesibles al público. De hecho, la accesibilidad es otra puerta que abre el escaneo 3D. “En el momento que construyes una buena resolución de imágenes, puedes hacer vivir las obras de una forma virtual. En un congreso, una persona con problemas visuales le interesó mucho porque puedes plantearte acceder a las obras a través de las texturas, con las temperaturas… Es un planteamiento que me interesa”, cuenta por teléfono. También en el caso de obras complejas, que hay que montarlas y ocupan mucho espacialmente, las reconstrucciones virtuales las hacen más accesibles al público. “Es bastante importante hacer este tipo de estudios porque es una forma de preservar la obra”, concluye el conservador, “el objeto digital siempre nos puede permitir volver a reconstruirla”. Y así, el arte vivir para siempre, dándole esquinazo al tiempo.

Y el arte de los museos vivió para siempre (en un archivo de 200 MB) | Tecnología
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