
La polémica sobre un posible crimen de guerra perpetrado por el Pentágono en el primer ataque militar estadounidense contra una supuesta narcolancha en el Caribe, el pasado septiembre, no da señales de remitir. Y, para echar más leña al fuego, el Comando Sur ha anunciado este jueves un nuevo ataque contra una embarcación, en el que han muerto cuatro personas. Horas antes había comparecido ante el Congreso el almirante Frank Bradley, que, según la Administración de Donald Trump, después de que un primer golpe hundiera la embarcación, dio la orden de lanzar una segunda ronda que mató a los supervivientes. Uno de los legisladores presentes en la reunión a puerta cerrada ha descrito el vídeo de aquellos momentos como “una de las cosas más turbadoras” que ha visto en su vida política.Bradley, según los legisladores presentes en la sesión, ha negado haber recibido ninguna instrucción, por escrito o de palabra, que le exigiera “matarlos a todos” o “no dar cuartel”. Con ello rechazaba las informaciones que aseguraban que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, había ordenado el segundo ataque para no dejar supervivientes.Los detalles sobre lo que se ha contado en esa sesión informativa han ido saliendo con cuentagotas. Las dudas no parecen disipadas: las dos cámaras del Congreso tienen previstas investigaciones sobre lo ocurrido, con el apoyo de los dos partidos, y prometen pesquisas exhaustivas. Significativamente, mientras los legisladores se deshacían en elogios hacia la profesionalidad de Bradley, pocos alababan al secretario de Defensa.Las conclusiones sacadas de la sesión de este jueves son diferentes, dependiendo del partido al que pertenezca el legislador que lo cuente. Los demócratas se declaran horrorizados. Los republicanos que se han manifestado consideran que el ataque fue “legal y letal”: los mandos militares estadounidenses se comportaron “exactamente como se esperaba de ellos”, ha zanjado el senador republicano Tom Cotton. El congresista Rick Crawford, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, ha opinado que “sin duda” el ataque se desarrolló “de manera muy profesional”.Pero el demócrata de más rango en el Comité de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, Jim Himes, ha declarado que el vídeo en bruto mostrado durante la sesión —sin audio que lo acompañara— es problemático. “Tienes a dos individuos (los supervivientes) claramente en apuros, sin ningún medio de locomoción, con una embarcación destruida, matados a manos de Estados Unidos”, sostiene el legislador. Himes indica que, aunque los tripulantes de la embarcación eran “malos tipos” y la intervención de Bradley ha aportado más contexto para probarlo, considera que tras el primer golpe los supervivientes “no estaban en posición de continuar su misión de ningún modo”. Y cree necesario hacer público el vídeo: “Cualquier estadounidense que vea lo que yo vi verá a militares estadounidenses atacando marinos náufragos”, sostenía.El republicano Cotton interpreta las imágenes de otra manera: vio “dos supervivientes que intentaban enderezar una embarcación cargada con drogas, que se dirigía a Estados Unidos, para poder continuar la pelea”. En su opinión, otros “narcoterroristas” en la zona podían haber acudido en su ayuda y rescatarlos. Es posible que, como reclama Himes, el vídeo pueda acabar haciéndose público: esta semana, el presidente estadounidense, Donald Trump, aseguraba que “no hay problema” en divulgarlo.La campaña contra las narcolanchas en el Caribe y el Pacífico oriental ha hundido hasta el momento al menos 22 embarcaciones y ha matado a 87 personas, en una operación que el Pentágono denomina “Lanza del Sur”. Los expertos y legisladores consideran su legalidad más que dudosa, y las dudas en torno a lo que ocurrió en el primer ataque no han hecho sino multiplicar los interrogantes. Washington sostiene que el despliegue militar que mantiene en el Caribe tiene como objetivo la lucha contra la droga, aunque el Gobierno de Venezuela, y otros, consideran que la verdadera misión es tratar de forzar un cambio de régimen. La polémica se ve ahora azuzada con un nuevo ataque en aguas internacionales. “Los servicios de inteligencia confirmaron que el buque transportaba narcóticos ilícitos y transitaba por una ruta conocida por su uso para el narcotráfico. Cuatro narcoterroristas varones a bordo de la embarcación fueron matados”, señala el breve comunicado del Comando Sur, difundido a través de las redes sociales. Como se ha convertido en lo habitual en este tipo de anuncios oficiales, el mensaje por redes viene acompañado de un vídeo corto, en este caso de 21 segundos, en el que puede verse el momento de la explosión de la lancha y la humareda que genera. La sesión celebrada en el Congreso se había convocado a instancias de los legisladores después de que el periódico The Washington Post hubiera publicado el pasado viernes que, tras el primer golpe contra la lancha el 2 de septiembre, hubo un segundo del que el Pentágono no había informado, y que mató a dos supervivientes. El golpe, apuntaba el medio, se había ordenado para cumplir con una supuesta orden verbal de Hegseth que reclamaba “matarlos a todos”. El jefe del Pentágono niega tajantemente haber dado esa orden. Las leyes de guerra prohíben matar a supervivientes de un ataque en el mar.La sesión coincidía con la publicación este jueves de un informe oficial que acusa a Hegseth de haber violado los protocolos de seguridad del Pentágono y haber puesto en peligro con ello a las tropas cuando envió a un grupo en una red social mensajes con información confidencial sobre bombardeos en Yemen, en un escándalo apodado Signalgate.El documento encuentra que, al usar una red social comercial para sus comunicaciones y al compartir información sobre una operación militar en curso, el secretario de Defensa incurrió en riesgo de revelar tácticas militares estadounidenses y de exponer a los soldados estadounidenses. Pero no le acusa de haber divulgado información clasificada, al determinar que el antiguo presentador de la cadena de televisión Fox tiene potestad en su cargo de desclasificar la información que quiera antes de enviarla. El documento no entra en opinar si la política de desclasificación de Hegseth es adecuada o no. La investigación se inició después de que el pasado marzo un periodista, el director de la revista progresista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, se encontrara incluido por error en un grupo en la plataforma encriptada Signal, en el que altos cargos de la Administración Trump intercambiaban información y comentarios sobre una operación para bombardear Yemen. El periodista, que inicialmente pensó que se trataba de algún tipo de inocentada, reveló la existencia del grupo cuando comprobó que era auténtico y que los mensajes, efectivamente, habían ido describiendo una operación real para bombardear instalaciones de las milicias hutíes en Yemen.A lo largo del hilo en el llamado “grupo pequeño de altos cargos sobre los hutíes”, el jefe del Pentágono y otros altos cargos —estaban incluidos en la conversación personalidades como el vicepresidente, J. D. Vance, el jefe adjunto de Gabinete, Stephen Miller, o el secretario de Estado, Marco Rubio— comunicaron diversos detalles sobre la operación. Dos horas antes de que el bombardeo tuviera lugar, el 15 de marzo, Hegseth envía un programa con las horas previstas de vuelo y ataque.
Un almirante niega en el Congreso de Estados Unidos que Hegseth diera orden de rematar a dos supervivientes en una narcolancha
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