Es una danza constante. Bandalos Chinos baila entre el rock y el pop, entre lo emergente y la madurez, entre lo profesional y lo familiar. La banda argentina la conforman seis amigos desde el colegio. Dos pares de hermanos. En su coreografía ecléctica incorporan lo mejor de todos los mundos. “Tenés que aprender a convivir con que un día comés arroz y al día siguiente comés caviar. Un día estás llenando un Auditorio Nacional de 10.000 personas en Ciudad de México y dos semanas antes estabas batallando para meter a 300 en Washington”, cuenta el cantante Gregorio Degano que, junto al guitarrista Iñaki Colombo, responden a la entrevista. Esta noche les toca un punto medio: comen boquerones y tortilla en una terraza de Madrid. Seguirán sus conciertos en la capital, Barcelona y Valencia, donde reunieron casi 4.000 personas.Más informaciónEn una mesa próxima se oye a los demás miembros que, mal dormidos, pero sonrientes, comparten una cerveza: el guitarrista Tomás Verduga; el baterista Matías Verduga, el tecladista Salvador Colombo, y el bajista Nicolás Rodríguez del Pozo. Todos rondan los 35 años y son de Beccar, al norte de la Ciudad de Buenos Aires. Cruzaron el Atlántico después de girar por 28 ciudades de Sudamérica, México y Estados Unidos, para presentar Vándalos, su cuarto disco, lanzado este año. Mientras los jóvenes del género urbano argentino atraen las miradas del mundo, este grupo referente del indie latinoamericano de la última década aprovecha la ola y apuesta por expandirse en Europa.El cantante y ambos dúos de hermanos fueron al mismo colegio en los suburbios de la capital. Su pequeño gran sueño era tocar en Buenos Aires. Empezaron en 2009 con una banda de punk, y el grupo consolidó su formación en 2014, cuando grabaron el EP Nunca estuve acá. En 2018 lanzaron Bach, que les abrió las puertas de México, el primer país en el que giraron fuera de casa. Fue el primero de la trilogía de álbumes que produjo Adán Jodorowsky en Sonic Ranch, un estudio en el desierto texano por el que pasaron artistas como Leiva, al que siguieron Paranoia Pop (2020) y El Big Blue (2022). Desde el inicio, no firmaron con ningún sello. Ser una banda independiente y autogestionada les permite bailar a su propio ritmo. Los integrantes del grupo argentino Bandalos Chinos posan en la barra de Casa Brava antes del encuentro con fans en Madrid.Alan García LozaComo cualquier familia, tienen roces; los suyos se dan en una sala de ensayo, una prueba de sonido o una camioneta de gira. El hermano mayor de los Colombo confiesa: “Es intenso, porque hay una relación de mucha confianza y eso te abre un canal de comunicación directo, crudo, y te decís de todo: lo bueno y lo malo”. La unión de sangre es más difícil de romper, pero puede tensar aún más el hilo. Así, comenzaron la terapia de grupo. Degano explica: “Lo habíamos visto en documentales de bandas y durante la pandemia, que se le desmadró el mundo a todos, apareció ese espacio que le estiró la vida útil a la banda, le dio longevidad; las personas cambiamos y era hora de volver a poner objetivos en común”.Mientras el trap explotaba en Argentina, los Bandalos se tomaban tres años de silencio discográfico para repensar hacia dónde ir. Iñaki Colombo recuerda: “Sentíamos que habíamos encontrado una formulita, discos que nos proyectaron a nivel internacional, pero que nos empezó a sonar todo muy parecido”. En 2024 volvieron al estudio de su barrio. “La premisa era volver a divertirnos. Veníamos de una dinámica de grabación donde no tenías ni un minuto para que te duela la cabeza o estar resfriado”, recuerda Degano. El resultado recibió dos nominaciones a los Premios Grammy Latinos. Preguntado por la generación de raperos compatriotas que se han popularizado en el mundo, el cantante responde convencido: “Toda esta camada de artistas urbanos argentinos que irrumpieron a nivel global es 100% nutritiva, nos abren puertas a las bandas alternativas”. “Obviamente, no vamos a hacer un estadio como hace Duki acá, pero sí creo que volvió a poner en la mira a los grupos argentinos”, señala.Hace un día eran amigos compartiendo unas cañas y charlando sobre el futbolista del Real Madrid Franco Mastantuono y lo pesada que estaba la maleta con discos de vinilo y camisetas promocionales que arrastraron toda la gira. Pero en la sala La Riviera (Madrid), son estrellas. Fuman en el escenario. Degano se mueve histriónico y sonriente, con la voz dulce que lo caracteriza. Tocan un pop-rock elegante, ochentero, a veces funk y otras, electrónica. Alguna balada. El rock nacional para ellos “es ADN musical”. Sobre los titanes García, Spinetta, Cerati, Páez, Calamaro, Colombo opina: “Es algo que mamamos desde muy chiquitos, son nuestros primeros ídolos, no lo podés eludir”. Después llegaron Babasónicos y Miranda a mostrarles que siempre se puede agregar algo nuevo.“Vinimos con un disco nuevo que se llama Vándalos, bien escrito esta vez”, se reía Degano al presentarse ante 1.700 personas en el concierto en Madrid. Cuando hicieron su primera presentación de la historia todavía no tenían nombre. Alguien del público se acercó a preguntarle a la hermana del cantante cómo se llamaban, ella contestó: “Los Chicos” y ese señor luego mandó un correo electrónico para contratar a “Banda Los Chinos” para un evento. El trabajo nunca se concretó, pero dejó la raíz del nombre del grupo, que mutó a Bandalos Chinos, sin tilde en la “a” por ser una palabra inventada.Eligen no hablar de política en el escenario. “Siempre nos vinculamos con la música desde un lugar no contestatario y desde aportar un bálsamo o un respiro entre tanta crisis y tanto quilombo”, argumenta Degano. No llegaron a votar en las recientes elecciones legislativas, donde el partido de Javier Milei tuvo un triunfo arrollador. Colombo comenta: “Nos entristece; se está poniendo la mirada en la gestión de un país de una manera muy fría, un poco desalmado”. “Un presidente roquero que no banca la cultura es contradictorio”, se queja el cantante y agrega: “Obviamente que todo en la vida es político, pero intentamos que hablen los que saben y nosotros acercarnos con nuestro público a escuchar lo que tienen para decir”.Esta fue su cuarta visita a España, a donde viajan desde 2022. Tienen todavía pendiente colaborar con algún artista local. Con Leiva o Dorian tienen buen rollo; de otros, como Rusowsky, Alizzz, Rosalía o Locoplaya, son solo aficionados. Hacia adelante los espera un nuevo disco. Después de 15 años de recorrido, están cosechando el cariño de América y empezando a sembrar en Europa. Dicen: “Lo vivimos de manera muy natural, eso de estar todo el tiempo danzando entre ser una banda establecida y ser una banda nueva, como es el caso de España, donde todavía estamos en desarrollo. Vamos a seguir viniendo hasta hacernos nuestro lugar”.

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