Cuando Rachel Leary, una anónima usuaria de TikTok, preguntó en junio a Kylie Jenner sobre las especificaciones de su operación de pecho, posiblemente lo último que esperaba sería una respuesta de la empresaria, con más de 58 millones de seguidores en esa red social (y otros 393 millones en Instagram). Sin embargo, la hermana pequeña de la familia Kardashian le respondió de manera escueta pero detallada: “445 cc, perfil moderado, ¡¡¡la mitad debajo del músculo!!! ¡¡¡Silicona!!! ¡¡¡Garth Fisher!!! Espero que esto sirva, jajaja”. Por supuesto, este comentario no tardó en viralizarse entre el desconcierto y la perplejidad de muchos de sus fans (y detractores). Nunca antes se había pronunciado de manera tan directa sobre sus cirugías estéticas, a pesar de que lleva toda una vida expuesta bajo el foco mediático, recibiendo innumerables comentarios relacionados con su aspecto físico y sus posibles intervenciones estéticas, una presión que llegó a pasar factura a su salud mental. En esa misma publicación de TikTok, la madre de Kylie Jenner, la todopoderosa Kris Jenner, aprovechó la ocasión para hablar abiertamente de su experiencia a manos del doctor Garth Fisher, a quien había mencionado Kylie como artífice de su operación: “Me hiciste mi primer lifting facial en 2011… Hace 14 años y fue la experiencia más increíble de mi vida e incluso nos diste acceso a una película para que otros pudieran ver cómo era y no tener miedo (…)”, expresó. Precisamente, Kris Jenner había acaparado mucha atención en medios y redes semanas antes al aparecer con un rejuvenecido aspecto en la despedida de soltera de Lauren Sánchez (actual esposa de Jeff Bezos) en París. Ese rostro totalmente irreal para una persona de 69 años era resultado, tal y como recogieron publicaciones como People, de un lifting facial realizado por el cirujano plástico afincado en Nueva York Steven Levine, responsable de una intervención cuyo coste podría haber alcanzado los 200.000 dólares, según Financial Times. La empresaria y manager, siempre avispada para los negocios, no desaprovechó el interés en su persona y lanzó unas camisetas con la frase “I’ll have what Kris Jenner is having” (Tomaré lo que Kris Jenner está tomando). Más informaciónOtro ejemplo de cómo la transparencia acerca de los procedimientos y cirugías estéticas empieza a abrirse paso, muy sutilmente, en las colinas de Los Ángeles lo encontramos en Lindsay Lohan. La intérprete reapareció a comienzos de año con una imagen muy diferente, lo que acarreó infinidad de preguntas sobre posibles procedimientos estéticos. “Todo el mundo se pone bótox”, sentenció ella con honestidad en una entrevista publicada en mayo en la edición americana de la revista Elle. Sin embargo, en esa misma charla su publicista negó que la actriz se hubiera sometido a un lifting: “En el momento en que aparece algo diferente, asumen que se ha hecho lifting con 37 o 38 años, que se destrozó esto o aquello. Es cruel”, sentenció. El matiz es interesante porque muchas celebridades sí se pronuncian sobre procedimientos estéticos relacionados con inyectables o rellenos, pero la opacidad es mayor cuando se trata de intervenciones mayores o cirugías. ¿Existe entonces una mayor transparencia a la hora de hablar de los retoques estéticos entre las famosas? Según sostiene Monsterrat Quirós, directora del centro estético que lleva su nombre, “la normalización de estos procedimientos, tanto en redes sociales como en la vida cotidiana, ha hecho que muchas personas, famosas o no, se sientan más cómodas hablándolo abiertamente”. The Hollywood Reporter dedicó un extenso reportaje al tema a comienzos de verano. La nueva cara de Hollywood: cómo la cirugía plástica ha salido finalmente del armario, convirtiendo a las estrellas en evangelistas y a los cirujanos en súperestrellas, rezaba la publicación en su portada. James Hibberd, autor del texto, indicaba como causa plausible de esta mayor transparencia un cambio generacional liderado por una GenZ nacida en la era del bótox y los rellenos y acostumbrada a convivir con filtros virtuales capaces de moldear hasta la forma de las pestañas. Además, Hibberd recuerda cómo está tendencia se limita casi en exclusiva a las mujeres, quienes más se someten a retoques como consecuencia de la sempiterna presión estética que reciben. Basta con observar las miles de cuentas en redes sociales especializadas en desgranar las supuestas operaciones estéticas de las celebridades (mujeres en su inmensa mayoría), comparando imágenes pasadas y presentes acompañadas de información infundada. Para aportar más contexto a cómo se distribuyen por sexo los procedimientos estéticos, la doctora Elena Jiménez, cirujana plástica y estética y directora médica de Eleca Clinic, señala que en su centro “lo más frecuente siguen siendo las mujeres las que recurren a este tipo de tratamientos, aproximadamente en un 70%, pero los hombres van en constante crecimiento y actualmente podemos hablar prácticamente de un 30%”. Por otro lado, de acuerdo a los últimos datos recopilados por la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE), las mujeres acumulan el 85% de las intervenciones de cirugía estética que se realizan en España y los hombres, el 15%.Una tendencia minoritariaA pesar de la atención mediática recibida en los últimos meses, la supuesta mayor transparencia en torno a la cirugía plástica y los procedimientos estéticos sigue siendo algo minoritario. En opinión de la periodista Paloma Abad, autora de la newsletter sobre belleza Pretty In, Pretty Out, no se puede hablar de un fenómeno en sí porque los casos en los que se trata abiertamente el tema son anecdóticos: “Aún a pesar de esos ‘brotes verdes’ de honestidad en cuanto a la modificación facial a través de la cirugía o de la medicina estética, las estrellas siguen teniendo la tendencia a ‘esconder’ que se han hecho tal o cual cosa. De alguna manera parece que recurrir al bisturí o a los inyectables tiene menos valor que envejecer de forma natural. Es más, se habla tanto de envejecer ‘con dignidad’ que pareciese que el bótox, el hialurónico y el martillo del cirujano fuesen indignos”. Bajo su punto de vista, esas intervenciones muchas veces se ocultan “para evitar el juicio y el escarnio público. Es decir, para preservar su imagen”. Y si tenemos en cuenta el caso de la cantante brasileña Anitta, razón no le falta. En una de sus últimas newsletters, Abad analizaba la repercusión y el absurdo juicio mediático por parte de algunas publicaciones que había desencadenado la última cirugía plástica de la artista. La propia Anitta aludió al tema en un directo de su Instagram en el que, aprovechando la atención recibida, comenzó hablando de “asuntos que realmente importan”, en este caso, la desprotección del medio ambiente en Brasil. A continuación, se refirió a la polémica despertada por su nuevo retoque estético: “Siempre me hago procedimientos en el rostro, gente. Siempre. No sé desde cuando. Es una costumbre. (…) Pero no creo que sea una cosa que deba postear cada vez. En otras ocasiones la gente ni la descubrió ni se dio cuenta, y no se habló del asunto. Y está ok. Lo que pasa es que veo lo mucho que se habla en Internet sobre cuánto influyo en las personas, los jóvenes, las mujeres… de una manera equivocada, a no aceptarse, a no aceptar su propio rostro, a cambiarlo todo el rato, etcétera. O que tengo un problema psicológico y de imagen, que no puedo dejar de tocarme. Bueno, creo que si yo tengo, o tuviera, un problema psicológico grave, triste, serio, sería aún más triste y horrible para mi vida, para la de cualquiera que lo padeciese, ver a todo el mundo hablando del asunto de esa forma. Podría arruinarme de verdad”, relató ante la cámara. Tanto cuando ha apostado por ser transparente y abordar públicamente sus cambios estéticos como cuando ha optado por mantenerlos en privado o simplemente obviarlos, las críticas han perseguido a la cantante. Y en este sentido, Abad insiste que lo que se crítica “es el procedimiento en sí”. “Que se trate de alcanzar la belleza sin esfuerzo aparente, que no se sepa envejecer con dignidad”. Y lanza una pregunta a modo de reflexión: “¿Es mejor persona Pamela Anderson que Dolly Parton tan solo por no maquillarse?”. La cantante Anitta, el pasado 12 de marzo en Nueva York.Aeon (GC Images)Brasil, lugar natal de Anitta, ocupa el primer puesto a nivel mundial como país con más procedimientos quirúrgicos plásticos, con un total de 2,3 millones de operaciones el pasado año. Así lo refleja el último informe de la International Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS), presentado en junio de este año, en el que Estados Unidos lidera el cómputo global de procedimientos (no solo quirúrgicos). En dicho estudio se recopilan los procedimientos estéticos y plásticos más populares del momento. Según la organización, “la cirugía de párpados se convirtió por primera vez en el procedimiento quirúrgico más común en 2024, reemplazando a la liposucción”. La liposucción, el aumento de senos, la revisión de cicatrices y la rinoplastia completan el listado. Respecto a los “procedimientos no quirúrgicos más populares” se menciona “la toxina botulínica, el ácido hialurónico (relleno), la depilación, el tensado cutáneo no quirúrgico y los peeling químicos”. En España, desde 2014 a 2021 las intervenciones de cirugía estética crecieron un 215%, de acuerdo al estudio La realidad de la cirugía estética en España, desvelado en 2023 por la SECPRE. Del total de las 204.510 operaciones estéticas realizadas en 2021, las más numerosas fueron las relacionadas con la cirugía de la mama (52,6%), con el aumento de mamas con implante (27,6%) a la cabeza. En el mismo informe se sitúan en segundo lugar las intervenciones relacionadas con la blefaroplastia (10,7%) y la rinoplastia (7%). La cuarta posición la ocupa la liposucción. Aunque en un orden de demanda diferente, son prácticamente los mismos procedimientos que destacan a nivel mundial. “Como un pedido de Burger King”En el momento en que se tienen decenas de millones de personas, muchas de ellas menores de edad, siguiendo tus pasos en redes sociales, el más nimio comentario puede tener consecuencias y cualquier comportamiento puede ser replicado, para bien o para mal. Y esto es algo a tener en cuanta cuando se habla de aspectos que afectan a la salud, como puede ser una cirugía plástica. Esta realidad se plasma en un artículo titulado La era de la autenticidad (o algo así) publicado en julio en The New York Times a raíz de las palabras de Kylie Jenner sobre su operación de senos. En el texto, la cirujana plástica afincada en Beverly Hills Kelly Killeen comenta al periodista cómo las solicitudes de aumento de pecho aumentaron en su consulta tras el caso Kylie Jenner: “Estoy viendo a muchas pacientes venir como si fueran a hacer un pedido en el Burger King. Me dicen ‘quiero un Kylie Jenner”. La doctora Elena Jiménez reconoce la existencia de un “efecto llamada” provocado, entre otras cosas, por la mayor visibilidad que estos tratamientos estéticos tienen en la actualidad. “El efecto llamada ha aumentado, no solo entre las personas que puedan tener 30 o 40 años, sino que cada vez está apareciendo entre las personas más jóvenes, tanto en el plano quirúrgico como en el plano de medicina estética”, señala. En la actualidad, la doctora apunta a una demanda continuada de “aumentos de labios, se solicitan aumentos de pómulos, se solicitan elevaciones o cambios de ceja, y todas estas cosas hay que valorarlas despacio porque lo que en un momento puede ser importante o puede ser necesario, en otro momento no lo es y es tan solo una moda transitoria”, alerta. Por ello, Jiménez reivindica la importancia de contar con “una medicina estética seria y una cirugía estética seria” apoyada en criterios que garanticen la “seguridad para el paciente”, donde haya “una clara indicación médica” y el paciente tenga “madurez psicológica”, con la existencia de “un consentimiento informado claramente firmado por ambas partes” y que no esté “basado ni en declaraciones de redes sociales de alguien que sea muy famoso por dichas redes ni tampoco en una moda que se haya hecho viral en ese momento”. Abad relaciona la mayor popularidad de los procedimientos estéticos con algo mucho más “prosaico” que va más allá del discurso abanderado por las famosas o influencers de turno en sus cuentas de Instagram y TikTok. “Cada vez hay más médicos que se dedican a ello y los precios se han democratizado. Invertir en bótox e hialurónico ya no es algo reservado a unos pocos, está al alcance de cualquiera que tenga un mínimo interés en hacerlo”, sostiene. Lo que sí resulta peligroso y es consecuencia directa de la maquinaria de las redes sociales es la banalización de las intervenciones medico-estéticas o directamente de las cirugías. Incluso, hay quien sortea operaciones en sus redes, una práctica prohibida por ley y condenada por organismos como la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) o la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica. “La frivolización de la cirugía estética con la aparición de estos sorteos, descuentos y bajos precios, puede acarrear importantes riesgos para la salud de los pacientes, que generalmente son realizados por personal no cualificado, y contribuye a la disminución de los estándares de calidad a nivel de consultas, clínicas y materiales utilizados”, se puede leer en un comunicado de dicha asociación. El peligro de banalizar y el “arrepentimiento estético”No tomarse en serio este tipo de procedimientos, no estar lo suficientemente informado o sucumbir a modas pasajeras que transforman el rostro para siempre es algo grave, y peor aún, irreversible, sobre lo que también han hablado personas con cierta proyección mediática. Por ejemplo, en España, la presentadora e influencer Laura Escanes abordó el tema en su podcast Entre el cielo y las nubes durante una charla con Jedet en 2024. Ambas reconocieron estar arrepentidas de haberse sometido de manera recurrente a tratamientos de inyectables de ácido hialurónico: “(…) Los rellenos empezaron sobre el 2012, 2013… esta moda, ahí fuimos todas a pincharnos. Todas. A ti te decían que eso se iba en seis meses, eso es mentira, tu boca nunca va a volver a ser la misma”, comentó Jedet. “Yo hace años que no me pincho los labios y tengo unos morros que…”, respondió Escanes. Hace un par de años, Ariana Grande compartió con Vogue su experiencia con los rellenos y el motivo por el que había dejado de emplearlos: “Transparencia total: me puse muchísimo relleno de labios y bótox a lo largo de los años. Dejé de hacerlo en 2018 porque sentía que era demasiado. (…)”. En la misma entrevista defendió a quien sí quería usarlos y comentó que ninguna persona debería ser juzgada por lo que hace con su rostro y su cuerpo. Si bien esta clase de mensajes arrojan nuevos puntos de vista sobre una realidad compleja, lo cierto es que los procedimientos con ácido hialurónico (relleno) siguen creciendo: la ISAPS ha cifrado su incrementó en un 5,2% el pasado 2024, alcanzando los 6,3 millones. La modelo Bella Hadid, que se sometió a una rinoplastia con 14 años, también confesó en 2023 su arrepentimiento y expresó que desearía haber mantenido “la nariz de sus ancestros”. En la senda del “arrepentimiento estético” también se ha posicionado recientemente la irreverente Julia Fox. La artista expresaba en una entrevista a Allure su deseo de recuperar su rostro tal y como era antes de sus retoques: “Ahora, cuando veo a alguien y me doy cuenta de que nunca se ha hecho nada… desearía poder volver a esa esa persona”. Fox ha reconocido haber pasado por el quirófano para realizarse una rinoplastia y una liposucción, además de haberse inyectado bótox y ponerse carillas. Precisamente las carillas son el procedimiento estético que Abad menciona para señalar el doble rasero a la hora de señalar con el dedo unas intervenciones estéticas y pasar por alto otras: “Resulta curioso ver cómo nadie critica que la gente se blanquee los dientes o se ponga carillas o implantes para tener una ‘sonrisa Hollywood’ (esto es un procedimiento real). Supongo que, en ese sentido, la estética odontológica ha logrado camuflarse en el sector salud, encontrando así una justificación aceptable socialmente. Pero que no nos engañen, no deja de ser una intervención estética más. Nadie necesita los dientes más blancos. Ni carillas. Ni una nariz nueva. Ni siquiera eliminar las arrugas. Lo hacen porque quieren. Y está bien”, puntualiza. La modelo Bella Hadid en una imagen de 2025 y, a la derecha, en 2014.Sylvain Lefevre (Getty Images) / Kevin Mazur (WireImage)En la era de la sobreexposición, la autoimagen cobra una relevancia inusitada. Las comparaciones e inseguridades, que siempre han estado ahí pero se exacerban cuando se reciben infinidad de estímulos visuales diariamente, pueden ser un caldo de cultivo peligroso a la hora de alimentar los procedimientos estéticos y quirúrgicos. La mayor transparencia en relación a estas intervenciones guarda un aspecto positivo y es que demuestra que muchos de los rostros y cuerpos (siempre normativos) a los que estamos expuestos son directamente irreales, fruto de la medicina estética y la cirugía. Por otro, la barrera entre normalizar y frivolizar estas intervenciones es estrecha y, teniendo en cuenta que buena parte del público es menor de edad, esquivar la banalización es clave para evitar males mayores.

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