El disco del verano incluye canciones de ocho, 10 o 15 minutos de duración, y en él se escuchan reflexiones tan desasosegantes como estas (traducidas del inglés al español): “No me preguntes por qué me odio mientras me deslizo por el desagüe. / Porque la muerte tarda demasiado, y no puedo esperar”. Al menos es el álbum del momento para los críticos de algunos medios especializados, que lo han encumbrado con cinco estrellas sobre cinco. New Musical Express apunta que estamos ante “un viaje artístico sombrío, pero hermoso”. “Un talento visionario”, ensalza Far Out Magazine. Otros contienen la euforia, como Pitchfork, que adjudica al trabajo un 6,7 sobre 10: “Escucharlo puede sentirse como un ejercicio de resistencia o una prueba de fe”. Willoughby Tucker, I’ll Always Love You se publicó el pasado 8 de agosto y lo firma Ethel Cain (Tallahassee, Florida, 27 años), una cantante transexual a la que miles de seguidores profesan un culto morboso porque ven estimulante su música lóbrega y su personalidad desgarrada y tenebrosa, una alternativa a las coloridas Eras de Taylor Swift. Pero quién es Ethel Cain. Se podrían poner a ella y a los personajes que describe en sus canciones en un capítulo de la serie Euphoria: una joven en exploración de la identidad de género con querencia por las relaciones tóxicas, con episodios de crisis de ansiedad, casos de violencia y adicciones. Por algunas de estas situaciones ha pasado Cain. Encajaría también en películas como Carrie, La matanza de Texas o en libros de Stephen King o David Foster Wallace. Ethel Cain no es una estrella del pop al estilo de Taylor Swift, Sabrina Carpenter o Benson Boone. Ella no quiere ser una celebridad del pop de estadios. Sin embargo, expone inquietudes y quebrantos con los que muchos jóvenes se sienten aliviados. La cantante estadounidense en Gunnersbury Park, Londres, en agosto de 2023. Gus Stewart (Redferns)La artista estadounidense descubre en sus canciones las heridas abiertas y borboteantes que nunca dejan de supurar en su país, y menos con el presidente actual: el fanatismo religioso, los terrores atávicos del Sur, una relación insana con el sexo, el racismo y en general todo lo que puede pasar en un club de striptease de un pueblo perdido de la América profunda. Cain se llama en realidad Hayden Silas Anhedönia, nació en Tallahassee, capital de Florida, pero creció en Perry, un pequeño lugar de 7.000 habitantes en el mismo estado. Pasó una infancia que ella define como “opresiva”: sus padres son baptistas (el padre ejerce de pastor en una iglesia) y ella y sus tres hermanos fueron instruidos en el culto religioso. La Iglesia Baptista del Sur es la congregación protestante más influyente de Estados Unidos y tradicionalmente votante del Partido Republicano. Aunque ha habido avances, sobre todo con la llegada del movimiento #MeToo a partir de 2017, la mujer ocupa un papel secundario con respecto al hombre.Cuando cumplió 12 años Cain informó a su madre de que era gay. Inmediatamente la enviaron a terapia religiosa. Mientras, Cain se desarrollaba artísticamente: cantaba en el coro de la iglesia de su padre y asistía a cursos de teatro. Con 18 años regresó a su lugar de nacimiento, Tallahassee, para estudiar en la Universidad Estatal de Florida. En cuanto estuvo allí, prefirió liberarse de su estricta educación en Perry y se perdió por los clubes góticos atiborrándose de drogas. Con 20 años se declaró trans en su Facebook y Hayden Silas Anhedönia echó a andar su alter ego musical, Ethel Cain. Después de unas canciones interesantes, en 2022 se descorchó el talento: Preacher’s Daughter, su primer trabajo, apasionó a la crítica selecta y comenzó a acumular seguidores. Son 76 minutos de música turbia y extasiada, bella en su penumbra, una especie de Lana Del Rey gótica entonando cantos fúnebres estrangulados por un manto de guitarras eléctricas. El disco que amaría Nick Cave. La artista cantando entre el público en un recital el Milwaukee, Wisconsin, en junio de 2024. Joshua Applegate (Getty Images)El álbum cuenta la historia de una chica sureña y la relación, casi siempre turbulenta, con sus novios: surge violencia, abusos, drogas, Dios, asesinatos, manipulación psicológica y hasta canibalismo. Un guion truculento apropiado para una serie. También encontramos pop, aunque a su manera: la accesible canción American Teenager se convirtió en un inesperado éxito y entró en la lista de la publicación Rolling Stone denominada Las 50 canciones LGTBQ más inspiradoras de la historia. American Teenager podría pasar como un tema de Taylor Swift si esta se hubiese tatuado en la garganta un crucifijo con la palabra “Please” (Por favor). Pero eso ya lo hizo Cain. Con Preacher’s Daughter en las plataformas, Cain ejerció de telonera de bandas potentes con liderazgo femenino como Florence and the Machine o Boygenius. Lo que pasó a continuación es que Cain olió los efluvios insidiosos de la fama y en enero de 2025 se autoboicoteó y publicó un trabajo imposible: Perverts (Pervertidos), un disco de 90 minutos compuesto por sonidos fantasmales, minimalismo oscuro, teclados desafinados, enervantes sonidos circulares y acordes parsimoniosos y deformados a lo John Cage, una experiencia auditiva para la que se necesita una amplia tolerancia. Sobre este trabajo, Cain declaró: “Es un disco de pirañas, mi penitencia”, por haber alcanzado el éxito con el anterior. Por esa época, Cain vivió en una iglesia abandonada en un pueblo casi deshabitado de Indiana. Aunque le aconsejaron que le convenía para lanzar su carrera una mudanza a Los Ángeles o Nueva York, ella prefirió la Alabama rural, donde reside actualmente. El pasado julio, un mes antes de publicarse su piropeado nuevo disco, el proyecto artístico de Cain pudo sufrir una seria recesión, ya que la cantante tuvo que gestionar su propio caso Karla Sofía Gascón. Un par de cuentas anónimas de la red social X rescataron mensajes antiguos de Cain donde apoyaba la construcción de un muro para frenar a la comunidad latina (el sueño de Trump), se vestía con una camiseta con la frase “legalicen el incesto” y utilizaba expresiones racistas. Inmediatamente, Cain reconoció la veracidad de los textos en un comunicado, dijo que los escribió cuando tenía 19 años y se disculpó alegando que vivió una época en la que cayó “en una subcultura online que priorizaba llamar la atención a toda costa”. “Pretendía ser lo más provocativa y controvertida posible. Habría dicho (y solía decir) cualquier cosa, y sobre cualquier persona, para llamar la atención y, en última instancia, hacer reír a mis amigos”, añadió. También consideró que detrás de la aparición de sus viejos comentarios había “un ataque hacia ella por ser una persona trans”. En un podcast reciente de The New York Times, declaró: “Con mi identidad en este momento político en Estados Unidos, sabes que a la gente no le vas a caer bien. Las personas queer siguen siendo atacadas con todo tipo de material difamatorio”.Ethel Cain asiste al desfile de Dior en París, el pasado 27 de junio de 2025. Pascal Le Segretain (Getty Images for Dior Homme)La artista logró silenciar la polémica con el comunicado y a las pocas semanas editó Willoughby Tucker, I’ll Always Love You, un trabajo de 10 canciones y 73 minutos (largo, pero no tanto como los otros) que funciona narrativamente como una precuela del primero, La hija del predicador (Preacher’s Daughter). Willoughby Tucker ofrece un ritmo narcótico a lo Red House Painters, un sentimiento hiriente y una voz suplicante que a veces recuerda a Tori Amos y otras a Dolores O’Riordan sin gorgoritos. A pesar de que a veces resulta incómodo, el disco desprende belleza, con sus sutiles arreglos country, con una canción que puede hasta ser radiable (Fuck me Eyes) y con un pasmoso final, Waco, Texas, una canción sobre amantes condenados que arranca adormecida y va subiendo intensidades hasta llegar a los 15 minutos y donde ella canta rendidas declaraciones como: “El amor no es suficiente en este mundo, pero sigo creyendo en el sueño de Nebraska. / Porque prefiero morir que ser cualquier cosa menos tu chica”. El álbum está recibiendo una publicidad extra después de que hace una semana Lana Del Rey publicase una canción, All About Ethel, donde lanza pullitas a Cain. La rivalidad entre las dos artistas viene de largo y se ha avivado justo ahora. Cain respondió a la canción de Del Rey con este mensaje: “Lana Del Rey me ha bloqueado en Instagram”. Mientras, Nicki Minaj se muestra encantada con la disputa y da su opinión en sus redes sociales. Todo muy entretenido. La prueba de que Ethel Cain comienza a ser algo importante a nivel internacional es que las entradas para sus conciertos en Barcelona (7 de noviembre) y Madrid (8 de noviembre) ya se han agotado. No puede haber nada mejor para adentrarse en el otoño como las baladas inquietantes de esta chica triste.

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