Pese a los esfuerzos de las políticas y planes de igualdad por crear un impacto en las nuevas generaciones, entre hombres y mujeres siguen existiendo diferencias que parecían diluirse y por tanto provocar un avance hacia una sociedad más “unisex”, como afirma Maria Freixenet, responsable del estudio y técnica del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS), pero que sin embargo se mantienen firmes, en parte, en el argumentario de los adolescentes barceloneses. Así lo demuestra el último estudio publicado este jueves por el centro. La investigación evidencia una amplia distancia entre hombres y mujeres adolescentes respecto a su percepción y opinión sobre la igualdad y el feminismo, que concuerda con diversos análisis de los últimos cinco años. El estudio es cualitativo y ahonda en los relatos de un grupo de 240 estudiantes de 4º de la ESO de la provincia de Barcelona. Cada aula se ha dividido en tres grupos: masculinos, femeninos y mixtos. Pertenecen a nueve centros, cinco públicos y cuatro concertados, y se ha tenido en cuenta el índice socioeconómico de los alumnos. “Estamos delante de una generación de hombres jóvenes mucho más antifeministas en el discurso que en la práctica”, ha explicado Freixenet. El estudio remarca que el discurso que llega a los hombres está muy organizado, que explota lo que entienden como contradicciones en el feminismo y los convoca como sujeto principal del mundo. Para sorpresa de los investigadores, este discurso puede convivir en armonía con unos aprendizajes de conducta que, de fondo, son más igualitarios que los que incorporaban generaciones anteriores. “El problema radica en la irreverencia que ellos muestran al percibirse como los principales responsables de las desigualdades y las violencias”, ha matizado Freixenet. Cuando son preguntados sobre “quién discrimina a quién”, los resultados corroboran este giro hacia la rebeldía: “Para las feministas de ahora, si eres hombre, eres malo. Piensan que todos somos malos, violadores y machistas”, recoge uno de los comentarios de un joven. La violencia sexual es la máxima preocupación de las jóvenes, pero no lo es para ellos. “Para ellas, es el máximo exponente de la desigualdad de género porque es la que conocen de primera mano y la que identifican más rápidamente, más que la brecha salarial o la conciliación familiar”, ha apostillado Jana Pous, técnica del ICPS y responsable de los grupos femeninos. Y este espectro incluye la presión estética y sexual.Con ese discurso antifeminista, los hombres reclaman por otro lado un sistema cada vez más punitivo que castigue con dureza las violencias sexuales. “Hacen falta medidas ejemplares. Si en vez de cuatro años, los encierran 20, quizás no lo haría tanta gente y cambiarían su mentalidad”, recoge otro apunte de un participante. José Berna, uno de los responsables del estudio y que ha trabajado con los grupos masculinos, ha asegurado que la petición de castigos más severos está relacionado con la lejanía con la que estos jóvenes perciben la figura del agresor respecto a ellos. Una de las ideas centrales que analiza el documento es la percepción de la política pública feminista como injusta y problemática. “Especialmente entre ellos, consideran estas políticas discriminatorias o hasta vengativas”, suma Berna. Esta oposición está más matizada en los grupos mixtos, en los que han convivido valoraciones positivas de algunas políticas, como los puntos morados, y críticas hacia otras. Las mujeres, por su lado, se muestran críticas, pero aflora una lógica estratégica. “Si esas políticas no están bien sustentadas, son contraproducentes porque enfadan a los hombres con los que ellas deben convivir en sociedad”, concluye Berna.

Existe un abismo entre hombres y mujeres adolescentes: “Ellos son más antifeministas en el discurso que en la práctica” | Sociedad
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