
Una mera sonrisa de Donald Trump inquieta a los inversores. El presidente de Estados Unidos ha admitido esta semana que ha reducido a un solo candidato la lista para el próximo presidente de la Reserva Federal en sustitución de Jerome Powell. Aunque retrasará la designación oficial hasta después de las fiestas navideñas, el mandatario republicano esbozó una ligera sonrisa cuando los periodistas le preguntaron si su candidato es Kevin Hassett, el director del Consejo de Económico de la Casa Blanca, y uno de sus principales asesores. La manifiesta lealtad de Hassett a Trump y su previsible docilidad ante el presidente despierta recelos entre los gestores de activos en un momento incierto. Al elevado endeudamiento de la economía estadounidense se suman advertencias sobre las elevadas valoraciones en las Bolsas, el desmesurado gasto de las grandes tecnológicas en inteligencia artificial o el crédito privado. Los informes de analistas especulando si hay una burbuja en el negocio de la IA que está inflando el mercado circulan a diario por Wall Street. La designación del próximo presidente de la Fed se produce también cuando las nubes se acumulan en el horizonte, mientras dos fuerzas contrapuestas impiden discernir si se trata de un espejismo momentáneo o el preludio de una tempestad más virulenta. Los indicios de un deterioro del mercado laboral son cada vez más evidentes, al tiempo que la presión sobre los precios no termina de aflojar. Para atajar el primer problema habría que bajar tipos; para afrontar el segundo, subirlos.Entretanto, los gigantes de la gestión de activos han advertido al Tesoro sobre Hassett. Se espera que el candidato promueva bajadas de tipos más agresivas, aun cuando la inflación se mantenga por encima del objetivo del 2%, derivando, según publicó esta semana el diario Financial Times, en una venta masiva de bonos estadounidenses y una depreciación del dólar. Una interferencia que los expertos de Vontobel creen que, en el peor de los casos, desembocaría en un colapso de la confianza del inversor hacia los activos estadounidenses. “Kevin Hassett es el favorito y, si se confirma, reforzaría las expectativas de un enfoque más agresivo por parte de la administración Trump para realizar cambios fundamentales en la Fed y aumentar la presión sobre el Comité Federal de Mercado Abierto [FOMC, por sus siglas en inglés] para bajar las tasas”, comentan los analistas de MUFG. Los estrategas del mayor banco comercial japonés creen que su desembarco en la Fed podría reforzar la depreciación del dólar en 2026 y advierten sobre vientos a favor de un recorte más agresivo de las tasas: aunque prevén tres descensos el próximo año apuntan que la debilidad del empleo y un pinchazo de las Bolsas podrían acelerar las rebajas. “El desempeño del mercado bursátil estadounidense es un riesgo adicional para 2026. El S&P 500 ha avanzado un 80% en el período de casi tres años desde finales de 2022, y una corrección más profunda se está convirtiendo en un riesgo creciente. Eso también abriría la posibilidad de que la Fed recorte más de lo esperado”, apuntan.De cara al próximo año, los expertos del banco japonés añaden que “si la inflación aumentara en el primer trimestre, y si la Fed recorta como esperamos en diciembre, ese podría ser el último recorte del FOMC actual bajo la presidencia de Powell. En ese punto, el próximo presidente de la Fed y un posible cambio en la composición del FOMC podrían dar lugar al regreso de recortes “jumbo” (de 50 puntos básicos) en verano”.Menos claro está qué margen de maniobra se encontrará Hassett, o cualquiera de los otros candidatos probables a suceder a Powell, para imponer su criterio en la junta de gobernadores de la Fed. David Seif, economista jefe para mercados desarrollados de Nomura, considera que “Hassett o cualquier otro nuevo presidente de la Fed se enfrentará a una gran resistencia por parte del FOMC al intentar reducir los tipos al nivel que el presidente Trump ha indicado. Por lo tanto, creemos que más importante que la elección de Trump para la presidencia de la Fed es si Trump logra sustituir a otros miembros de la Junta de Gobernadores”. Todo dependerá, apuntan los analistas, de los posibles cambios que se ejecuten en los próximos meses. A principios de año la Justicia de EE UU resolverá la petición del mandatario para destituir a la gobernadora de la Fed Lisa Cook. Powell, a su vez, podría una vez venza su mandato como presidente en mayo dimitir de su cargo de gobernador, que mantiene hasta 2028.Otros analistas recuerdan que la nominación del presidente de la Fed siempre es política. El Senado de Estados Unidos tiene que aprobar el nombramiento y aunque está controlado por los republicanos, ningún miembro del legislativo va a querer a un candidato que no esté capacitado.Hay que tener en cuenta el marco político. Powell termina su mandato en mayo y en seguida comienza la carrera para las elecciones de mitad de mandato, donde se renovarán los 435 miembros de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y los republicanos pueden perder la mayoría. A partir de ahí, Trump sería considerado un pato cojo, como se denomina a los presidentes que encaran los últimos meses de mandato. Y entonces puede que cambie la lealtad de Hassett. Gregory Peters, codirector de inversiones de PGIM Fixed Income, recuerda además que las decisiones de política monetaria son tomadas por el comité de la Reserva Federal. “¿Tiene él la credibilidad dentro del comité para impulsar el consenso? No creo que tenga esa credibilidad. Creo que eso es lo que está diciendo el mercado de bonos”, aseguró la pasada semana a Bloomberg. Desde que el nombre de Hassett empezó a sonar con más fuerza para suceder a Powell, la rentabilidad del bono estadounidense a una década ha subido, del 4% al 4,1%, lejos aún del 5% que rozó en 2023. IndependenciaMás allá de una postura más o menos agresiva sobre las tasas, la renovación del presidente de la Fed, junto a la de otros cargos, plantea sustanciales retos a la independencia del banco central. Tampoco ayudan las trabas que podría fijar la Casa Blanca para la nominación de nuevos cargos: el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha dejado caer la posible fijación de nuevos requisitos para la nominación de presidentes de los bancos regionales de la Fed, como la necesidad de que estos residan en la zona tres años antes a su nominación, para “romper el control de Nueva York” sobre la política monetaria. Hassett se ha mostrado de acuerdo con el cambio propuesto por el secretario del Tesoro.Los estrategas de Vontobel plantean cuatro posibles escenarios para la institución y su impacto en el mercado: la retirada de las injerencias políticas y la vuelta a una senda marcada por el mandato de la Fed en línea con la premisa TACO —en inglés Trump Always Chickens Out— que aboga porque el mandatario siempre acaba dando marcha atrás a sus aspiraciones más radicales; una erosión suave de su independencia; una intervención de la Casa Blanca en la política monetaria “evidente de forma intermitente”, y una interferencia total que implicaría un cambio en el marco legal de la Fed. Los expertos del banco suizo dan una probabilidad de entre el 45% y el 65% a la segunda opción, bajo la que, comentan, la hoja de ruta de la Fed —conocida como forward guidance— “deja de estar tan estrictamente sujeto a los datos” y los costes de financiación se elevan de forma moderada para las empresas. Y aunque solo le otorgan una probabilidad del 5% al escenario más extremo, apuntan que en él “la independencia del banco central queda efectivamente anulada o gravemente comprometida por fuerzas políticas”, lo que podría derivar es una escalada de las rentabilidades del bono estadounidense, elevando los diferenciales de financiación de las empresas a niveles “insostenibles para la mayoría de las empresas” y provocando una crisis del tipo de cambio del dólar.Si nada cambia, Trump no anunciará hasta 2026 al sucesor de Powell. Será en mayo cuando por fin pueda librarse de él al frente de la Fed tras haber aplicado en el último año y medio un feroz acoso, forzándole incluso a ponerse el casco de obra para mostrarle el avance de las obras de la sede del banco en Washington.
La posible llegada de un pupilo de Trump a la presidencia de la Reserva Federal pone en guardia al mercado | Economía
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