La fama de Marbella ha traspasado las fronteras nacionales y su nombre se reconoce en medio mundo. Pero para muchos españoles es un lugar remoto, una ciudad situada en otra galaxia de la que se conoce esa cara farandulera difundida durante décadas a través de la prensa del corazón. Marbella es ese sitio en el que un príncipe germano, Alfonso de Hohenlohe, creó el primer club exclusivo por el que pasarían las más grandes celebridades; la urbe en la que un noble patrio, Jaime de Mora, hacía y deshacía a su antojo entre fiestas y jeques árabes, y también el lugar en el que Lola Flores veraneaba, posó para un robado en topless y casó a su hija en esa boda que casi no se llegó a celebrar. Marbella es eso, pero también un pueblo pesquero en el que todo el mundo se conoce y se saluda, donde se puede disfrutar de la mejor cocina andaluza sin rascarse mucho el bolsillo y donde sacarle partido a una buena oferta cultural. Una Marbella para todos De tapas por el centro, mosaicos romanos y atardecer entre delfines
El centro de Marbella guarda las esencias de esta ciudad que empezó a poblarse durante la época romana, pero que vivió su esplendor en sus etapas andalusí y cristiana. Reflejo de ello es el fragmento de muralla árabe que se conserva en el centro, cuyos cimientos, creen los historiadores, podrían ser romanos, y la plaza de los Naranjos, corazón del casco antiguo, que se abrió cuando la ciudad cayó en manos del reino de Castilla, en 1485. Un paseo por el centro debe acabar en una buena comida. La oferta gastronómica es infinita y para todos los bolsillos. Abundan los restaurantes de alta cocina –la ciudad cuenta con cinco estrellas Michelin-, pero también los establecimientos castizos, con sabor local, a los que sigue acudiendo el marbellí de pura cepa. Altamirano, en la plaza del mismo nombre, es conocido por su variedad de pescados y sus fuentes de mariscos; The Farm, justo en frente, destaca por su menú cerrado de carne y pescado con productos 100% kilómetro cero que se puede disfrutar con flamenco en directo. Bar Estrecho, uno de los veteranos de la ciudad, abierto en 1954, sirve tapas y raciones todo el día, desde pipirrana de pulpo y salpicón de boca de mar a la ensalada de bacalao, naranja y patata. En la misma calle, La Niña del Pisto sirve todo tipo de guisos, como callos con bacalao o espinacas con garbanzos. En el Mercado Municipal, además de productos frescos, se puede tomar el aperitivo o directamente comer. En uno de sus locales, la Tasquita de Vitto, el cliente elige el pescado y se lo cocinan al momento. Y si hay que acabar la jornada en algún sitio, que sea en La Polaca, un extravagante pub decorado con antigüedades donde cada fin de semana se organizan veladas musicales temáticas. Marbella, ‘boutique’ de la cultura Esta ciudad destaca por el gran número de galerías de arte a las que los habitantes más pudientes acuden para decorar sus villas, pero también por sus peculiares museos y yacimientos de acceso es gratuito. En el centro, a tres minutos de la plaza de los Naranjos, se ubica el Museo del Grabado Español Contemporáneo. Esta pinacoteca cuenta con un fondo de más de 5.000 obras de pequeño formato de autores de los últimos dos siglos, de Goya a Barceló. No cuenta con una exposición permanente, explica Germán Borrachero, su director: “Cambiamos una sala cada cuatro meses, por lo que al final quien viene este año va a encontrar un museo diferente”, explica. Galería del Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella.Museo del Grabado Español ContemporáneoEl origen de esta institución, inaugurada en 1992, está en la donación de más de mil obras de autores españoles contemporáneos del historiador del arte José Luis Morales y Marín, murciano residente en Marbella hasta su muerte en 1998 y experto en Francisco de Goya. Hoy, añade Borrachero, el museo, gestionado por una fundación privada, ha multiplicado por cinco su colección con obras de artistas nacionales e internacionales. “Tenemos piezas impresas de Kandinsky o Warhol, entre otros muchos”. También organizan exposiciones temáticas en las que combinan el arte con otras disciplinas como la literatura. “Acabamos de tener una sobre el escritor Franz Kafka”, puntualiza su director. El edificio también es un reclamo para pasarse por allí, pues ocupa el hospital de Bazán, un representativo conjunto de arquitectura civil renacentista del siglo XVI, recuperado para albergar este museo recoleto ubicado en un rincón del centro de Marbella, lo que le da un aire de elegante boutique de arte contemporáneo. El otro gran polo artístico lo encarna el Museo Ralli, una de las mayores colecciones de arte hispanoamericano moderno y contemporáneo de Europa. El surrealismo es la corriente más numerosa entre las obras de esta pinacoteca con figuras como Wilfredo Lam, Roberto Matta, Miró y Dalí, aunque destaca también por sus ejemplos de expresionismo, informalismo y realismo mágico, tendencia que impregnó también otras disciplinas como la literatura. El creador del Museo Ralli fue Harry Recanati, banquero de origen griego que se enamoró de Hispanoamérica y de sus artistas plásticos en sus múltiples visitas a las sucursales de los bancos que dirigía. En la década de los ochenta dejó su profesión para dedicarse de lleno, junto a su esposa, a su colección de arte. El de Marbella, inaugurado en 2000, es uno de los cinco museos que abrieron por el mundo.
Un testigo de todas las Marbellas
Armando Gil lleva toda la vida contando Marbella. Empezó hace 40 años, en plena explosión del lujo que los ricos y famosos llevaron a este, por aquel tiempo, pequeño pueblo costero. Entonces los clientes de este guía turístico de 70 años eran estadounidenses y nórdicos y manifestaban su sorpresa al ver que no se cumplían muchos de los tópicos sobre España. “Más de uno pensaba que las mujeres iban vestidas de flamencas, todos los hombres querían ser toreros y se trabajaba poco”, explica Gil. Después llegaron los turistas de países árabes y los rusos. “Tengo clientes de toda la vida que vienen cada año y me traen dulces de su tierra; yo les regalo aceite”, continúa Gil, nacido en Ronda (Málaga) que habla cinco idiomas, chapurrea tres más y aún no planea jubilarse. “Después de vivir en Londres para aprender inglés me instalé de subdirector en un hotel de Estepona, pero lo de llevar traje y corbata no iba conmigo y probé como guía, y parece que me gustó”, celebra entre risas.
La villa de Río Verde era uno de los asentamientos que los romanos montaron por la costa bética: una red dedicada a la lucrativa producción de salazón de pescados que después se vendían en las ciudades. En esas pars rustica, nombre que recibían las fincas rurales, los suelos se decoraban con mosaicos de motivos relacionados con su actividad, cuenta Juan Carlos García, inspector de la delegación municipal de Cultura del Ayuntamiento de Marbella. Los de Río Verde se han conservado perfectamente, lo que multiplica su atractivo. “Casi no han necesitado restauración y se observan claramente los elementos decorativos, desde pescados y aves colgadas de un gancho a instrumentos de cocina como una parrilla o un cesto”, enumera García. Conviene planificar la visita a la villa ya que el yacimiento solo está abierto de viernes a domingo entre las 10.30 y las 13.30 horas. Atardecer con delfines La costa marbellí ofrece al visitante varias playas urbanas a las que se llega andando. Las más céntricas son la de Venus, la de la Bajadilla y la del Cable, llamada así porque aún se conserva una de las torres que sujetaba el sistema de transporte de los minerales desde los yacimientos a los cargueros, ya que en la ciudad se desarrolló durante varias décadas la actividad minera y siderúrgica. La de Trocadero, junto al Marbella Club, el mítico complejo hotelero de Alfonso de Hohenlohe, aún conserva el famoso embarcadero, de acceso público, que mandó construir para que su hija Arriana pudiera viajar en barco desde el propio hotel. El mar también se puede disfrutar en barco, aunque no se posea uno. Varias empresas ofrecen salidas de dos o tres horas en catamarán desde Puerto Banús, una de las zonas más exclusivas de la ciudad, para disfrutar de un baño, tomar una bebida o avistar delfines. Este último, cuenta Jesús Olivares, capitán y propietario de la empresa Royal Catamarans, es uno de los principales reclamos. “Muchos clientes se emocionan al ver animales salvajes nadando a gran velocidad en un lugar tan grande e imponente como el mar abierto”, explica el empresario. En este extremo del Mediterráneo se avistan tres tipos de cetáceos, detalla Olivares: el delfín común, con los laterales más claros; el delfín nariz de botella, más oscuro y habitual en esta zona, y el listado, que llama la atención por su colorido. “El avistamiento de delfines está regulado, lo hacemos porque disponemos de un permiso por el que nos comprometemos a ir rápido y a no acercarnos a los animales, entre otras cosas”, describe Olivares. Las salidas cuestan entre 65 y 85 euros para hasta 12 personas e incluyen bebidas, picoteo y tablas de paddle surf o piragua para quien se anime a hacer una actividad en pleno mar.
El apetitoso sabor que da la verticalidad
Según se acerca uno a la playa, el olor de las ascuas al rojo vivo abre el apetito. Proviene de los espetos, el plato más típico de la costa malagueña, que ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Consiste en pescado ensartado en varas de caña y colocadas sobre el armazón de una barca colmada de arena. El hecho de que se cocine de manera vertical, a diferencia de como se hace en las barbacoas, marca la diferencia, pues la grasa que el pescado libera lentamente va impregnando a los que están más abajo, de manera que se preserva la jugosidad y se potencia el sabor. La sardina es la popular estrella del espeto, pero se pueden ensartar otros suculentos pescados como el jurel, la dorada, la lubina o el besugo.
A Marbella, Fuengirola y Estepona en alta velocidad
Las compañías de alta velocidad ofrecen la posibilidad de comprar un billete combinado de tren y autobús. De manera que, por ejemplo, se puede viajar a Málaga en alta velocidad y desde allí tomar un autobús a otro destino de costa como Marbella, Fuengirola y Estepona. Esto resulta especialmente fácil en Málaga puesto que ambas estaciones están juntas, basta con cruzar una calle. Este servicio está disponible también para otros destinos. Y no solo para autobús, también conecta con vuelos y viajes en ferry. Iryo, por ejemplo, a través de su servicio Iryo Conecta, realiza 700 conexiones de este tipo por todo el país.
Puerto de Estepona. ISTOCK
Fuengirola, un castillo andalusí y un zoo tropical
Los ocho kilómetros de playa de Fuengirola, a la que se llega en 45 minutos en autobús desde Málaga, es uno de sus principales atractivos, pero no el único. En esta ciudad se puede visitar el castillo de Sohail, una fortaleza andalusí con mil años en la que siempre se está celebrando algo, ya sea una feria medieval o un festival de música. A sus pies, y junto a la desembocadura del río que da nombre a la ciudad, se extiende el parque fluvial de Sohail, un largo paseo donde descansar o montarse en un bote a pedales. Los amantes de la naturaleza disfrutarán en Fuengirola de Bioparc, un parque zoológico dedicado a la conservación de más de 200 especies tropicales. Aquí se pueden observar lémures, gorilas, chimpancés y orangutanes. Cada año incorpora nuevas especies para su cuidado. Una de las últimas es el tití león, un pequeño primate de pelaje dorado cuya supervivencia está amenazada en su hábitat de origen, el bosque atlántico brasileño.
Centro histórico de Estepona. ISTOCK
El paraíso lleno de orquídeas de Estepona
Uno siente que la belleza la regalan en Estepona en cuanto pone el pie en esta ciudad andaluza, a dos horas en autobús de Málaga. Esa guapura inunda su casco histórico, uno de los ejemplos de pueblo andaluz mejor conservados de toda la comunidad autónoma. También en sus murales, distribuidos por la ciudad. Varios artistas han ilustrado las fachadas de edificios de viviendas llenando aún más de colores el espacio urbano. Si al visitante le queda cuerpo para más estampas hermosas, que saque una entrada para el Orquidiario, un moderno invernadero que alberga un bosque subtropical con más de 4.000 orquídeas de 1.500 especies distribuidas por varios jardines verticales, un estanque y una cascada bajo tres cúpulas de cristal.
Vídeo | Marbella en menos de dos minutos
CRÉDITOSRedacción: Javier A. FernándezCoordinación editorial: Francis Pachá y Juan Antonio CarbajoDiseño e ilustración: María José DuránDesarrollo: Rodolfo MataCoordinación de diseño: Adolfo Domenech y Rodolfo MataVídeo: Diego Martínez, Quique Oñate Agradecimientos: