Hace un año, un equipo de científicos desveló un hecho insólito. Hace apenas unos 4.000 años, cuando las primeras civilizaciones humanas ya se habían consolidado en Mesopotamia y Egipto, los mamuts seguían vivos en Wrangel, una remota isla del Ártico. Este martes, el mismo equipo publica un exhaustivo análisis de cientos de restos de mamuts que abarcan un millón de años con una nueva sorpresa: de los dientes y otros tejidos han podido aislar ADN de las bacterias que vivían dentro de estos animales. El hallazgo abre una posibilidad única para entender la evolución conjunta de los mamuts y su microbioma, y tal vez aclarar las causas de su extinción.Algunos de los científicos que firman el estudio trabajan para la compañía estadounidense Colossal, que pretende desextinguir el mamut en 2027, aunque muchos expertos consideran que este proyecto nunca supondrá la reaparición de estos animales, sino la creación de extraños elefantes con pelo rojizo. Este nuevo estudio haría posible recuperar también a las bacterias que convivían con los paquidermos, y que pudieron causarles infecciones mortales.Los investigadores han analizado 483 restos de mamut, sobre todo muelas, pero también colmillos y huesos. Las muestras más antiguas tienen 1,1 millones de años y pertenecieron a un mamut estepario —especie que después dio lugar a los mamuts lanudos europeos y a los colombinos del continente americano— que vivió en Adycha, en el Ártico de la actual Rusia.Los investigadores han recuperado material genético de seis grupos de bacterias, algunos de ellos capaces de provocar infecciones graves. Los grupos de bacterias identificados en mamuts están emparentados con microbios actuales que conviven pacíficamente con sus huéspedes o les causan problemas de salud, como los estreptococos relacionados con las caries dentales. Entre ellas están las Pasteurella, relacionadas con microbios actuales capaces de matar de septicemia a elefantes africanos, los parientes vivos más cercanos de los mamuts, junto a los elefantes asiáticos. El trabajo se publica este martes en la revista Cell.Una de las muelas de mamut analizadas en el estudio.Peter MortensenLa muestra más antigua conserva restos del genoma de bacterias Erysipelothrix. En la actualidad estos microbios están presentes en la boca de cerdos o perros. Estos organismos pueden saltar al torrente sanguíneo y provocar infecciones serias como la endocarditis, que inflama el tejido que recubre el corazón. En los restos de los mamuts, estas bacterias aparecen en los huesos. Esto puede significar que hubo infecciones que causaron problemas de salud a estos animales, aunque también podría ser una colonización benigna. Por ahora es imposible de aclarar.El bioinformático David Díez del Molino, coautor del trabajo, explica las dificultades que plantean algunas de las muestras. Algunos de los molares estudiados, incluido el más antiguo, fueron descubiertos en el permafrost en la década de 1970. Algunos de ellos contienen tan poco ADN de mamut que no se había publicado nada de 440 de ellos hasta ahora. “Llevamos más de 10 años secuenciando mamuts”, explica este científico, lo que en parte ha ayudado a desvelar ahora el ADN de las bacterias asociadas a muchos de esos restos.Los resultados retrasan un millón de años la obtención de ADN de microbios asociados a su huésped, destaca el biólogo Benjamin Guinet, del Centro de Paleogenética de la Universidad de Estocolmo y el Museo de Historia Natural de Suecia. Son de lejos los más antiguos conocidos. El hallazgo “abre nuevas posibilidades para entender cómo estos microbios evolucionaron en paralelo a sus huéspedes” durante miles de años, destaca el investigador en una nota de prensa difundida por su universidad. El autor principal del trabajo es el genetista Love Dalén, uno de los mayores expertos en la genética del mamut a nivel mundial. El investigador ha participado en el rescate de ADN de estos animales tan bien preservado por el frío siberiano que conservaba su estructura tridimensional. Es un hallazgo esencial para entender qué genes estaban activos en estas criaturas, especialmente los relativos a sus rasgos físicos y su extraordinaria adaptación a territorios gélidos. Conociendo esos datos, teóricamente sería posible reproducirlos en el genoma de elefantes actuales para resucitar al mamut.“Este trabajo abre un nuevo capítulo en nuestra comprensión de especies extintas”, explica Dalén en el comunicado. “Ahora ya no solo podemos estudiar los genomas de los mamuts en sí, sino también empezar a explorar las comunidades de microbios que vivían en su interior”, añade.Dalén es asesor científico de Colossal, la empresa estadounidense que recientemente creó ratones lanudos con un espectacular pelaje rojizo y otros rasgos gracias a la inserción de genes de mamut en su código genético. Hace cuatro meses, la compañía anunció haber desextinguido un animal por primera vez: el lobo gigante (Canis dirus), que desapareció hace más de 10.000 años. Los científicos partieron de una reconstrucción del genoma del animal extinto y después editaron células de lobo gris para que coincidiera con el del cánido desaparecido. El anuncio fue polémico, debido a que muchos expertos creen que esto no supone desextinguir un animal, sino solo crear una nueva variante de lobos actuales parecidos a los lobos gigantes gracias a la edición genética. La compañía estadounidense fue cofundada por el carismático biólogo George Church, de la Universidad de Harvard, pionero de la secuenciación del genoma humano y adalid del potencial de la edición genética para evitar enfermedades e incluso mejorar las capacidades de animales y seres humanos. Colossal ha recibido cientos de millones de euros de financiación de gente como Thomas Tull, productor de la película Jurassic World, o la famosa y multimillonaria Paris Hilton. Otra de las firmantes del nuevo trabajo es la bióloga molecular estadounidense Beth Shapiro, directiva científica de la compañía. El genetista argentino Nicolás Rascován, investigador del Instituto Pasteur, en París, ha sido uno de los revisores internacionales del estudio. “Este trabajo es importante porque enseña hasta dónde podemos llegar con ADN antiguo; incluso a entender mejor las interacciones entre microbios y grandes mamíferos extintos, e incluso a estudiar cómo la microbiota pudo influir en su adaptación o declive”, destaca. El especialista, que recientemente aisló bacterias de la peste en restos humanos para reconstruir su evolución en Europa y América, matiza que los datos presentados no basta para saber hasta qué punto las bacterias de los mamuts eran “comensales” que no provocaban problemas de salud, o estuvieron involucradas en la muerte de alguno de los animales. En cualquier caso, añade: “El principal valor del estudio es permitir abrir la puerta a explorar la microbiota de especies extintas y a preguntarnos cómo era su ecología microbiana”.¿Se podrían desextinguir estas bacterias usando microbios actuales? “Este tipo de genomas microbianos antiguos están muy fragmentados”, se conserva solo un porcentaje reducido de su genoma completo, expone Rascován. Esto significa que “no están ni remotamente cercanos a ser desextinguidos, ni que sea viable reintroducirlos, ni que tenga siquiera sentido biológico; ya que muchas cepas relacionadas de esas especies existen hoy en día y no hay ninguna evidencia que permita pensar que aquellas del mamut estarían mejor adaptadas a este animal ni confirieran alguna ventaja o perjuicio en particular”, expone. “El estudio sí plantea preguntas interesantes sobre qué pasaría si algún día se logra recuperar bacterias antiguas con potencial patógeno, pero estamos aún muy lejos de ese escenario”, apunta.

Rescatado ADN de bacterias que vivieron en un mamut hace más de un millón de años, el más antiguo conocido | Ciencia
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