
Xabi Alonso utilizó 15 jugadores contra el Celta, y todos menos Álvaro Carreras y Gonzalo García (salió en el minuto 75) ya estaban la temporada pasada con Carlo Ancelotti. El Madrid vive hace un año y medio en una espiral involutiva donde todos los males se repiten de forma machacona: juego empantanado, un centro del campo incapaz de imponerse, naufragios habituales ante equipos encerrados, presión desajustada o inexistente, poca intensidad y, para colmo, una desgraciada catarata de lesiones en defensa (cuatro meses de baja de Militão). El club pasó del exitoso paternalismo de Carletto a la pizarra y el orden del técnico vasco, pero entonces añadió un nuevo problema: la falta de feeling entre algunas estrellas y el tolosarra, cuya autoridad en el vestuario quedó gravemente dañada desde que la entidad fue comprensiva con el desafío público de Vinicius en el clásico con su jefe directo. La quiebra ante los vigueses situó al equipo y Alonso en una situación límite a tres días de la visita de Pep Guardiola con el Manchester City, donde los blancos no contarán con Militão, Camavinga, Trent, Carvajal, Mendy y Alaba. Y, de postre, Mbappé se rompió un dedo. El club admitió que las reuniones y charlas entre Florentino Pérez y su gente de confianza se alargaron la noche del domingo en los despachos del Bernabéu para analizar un escenario muy preocupante. Salvo gran giro, en el banquillo seguirá Xabi, cuya posición se ha debilitado mucho, aunque todavía conserva apoyos dentro de la cúpula. Más informaciónEl empate y mal partido de hace dos semanas en Elche, que se sumaba a los gatillazos en Liverpool y Vallecas, empujaron a la dirección del club a intervenir ante un cuadro que se había torcido mucho. Desde Valdebebas salieron entonces mensajes de advertencia a los jugadores —“deben despejar cualquier duda sobre su implicación esta temporada porque si no serán ellos los siguientes señalados”, apuntaron—, mientras le pidieron a Xabi que tendiera puentes con la plantilla, donde ya era público el descontento de algunos referentes (Vinicius y Valverde) y se sabía que otros, como Bellingham, lo miraba con cierto recelo. En el viaje a Atenas, según contó el propio técnico, se vivieron “horas muy positivas y productivas” en el camerino; en los siguientes encuentros a Xabi se le había notado más suelto en sala de prensa, con gestos públicos incluidos hacia Vinicius; y, sobre todo, mucho menos intervencionista con los peces gordos. Al brasileño solo lo ha sustituido con todo finiquitado, a Jude siempre lo ha mantenido, a Valverde no ha parado de elogiarlo y los goles de Mbappé son intocables. Sin embargo, esta versión rebajada con agua de Xabi tampoco ha provocado una solución para las grandes carencias del equipo, salvo algunos tramos, o incluso partidos aislados, de mayor energía. Sus seis meses en Valdebebas son también una historia de renuncias. Prefería coger el Madrid después del Mundial, pero no pudo elegir. Pidió refuerzos en el medio, pero recibió la misma respuesta que Ancelotti: tendría que arreglárselas con lo que había. Y trató de ser intervencionista en el equipo sin atender a los nombres, pero la reacción del club al desplante de Vini le dejó claro que no tenía todo el poder. En las oficinas, ya habían torcido el morro con las primeras suplencias de Vini. El gran punto de inflexión del curso sigue siendo el clásico trampa del episodio de Vinicius: del +5 con el Barça a los menos -4 de hoy. Hasta ese día, el Madrid había ganado 12 de 13 primeros partidos (aunque con el 5-2 del derbi). Después, solo tres de ocho. Como se hartó de reclamar Ancelotti en su último año, ni Alonso ni algunos futbolistas niegan ya que al equipo le suele faltar energía. “El partido lo planteamos para jugar con otro ritmo”, admitió el vasco tras el Celta. “En Girona nos faltó intensidad ofensiva y defensiva en la primera parte”, soltó Courtois tras ganar en Bilbao, donde Valverde dejó un apunte clave. “Siempre es bueno ver defender a Mbappé y Vini”. En los cinco duelos de Champions, el Madrid siempre ha corrido menos que el rival, ya fuera el Kairat o el Liverpool, según los datos oficiales de Uefa. El déficit de kilómetros se mezcla con un juego en declive; atascado ante bloques bajos —“tenemos que buscar soluciones”, asumió Xabi—; sin dictado en un centro del campo donde la gran apuesta por Güler se diluye (sustituido en Girona, contra el Celta y suplente en San Mamés); y entregado a los goles de Mbappé. El francés no ha marcado en seis de los 21 encuentros del curso y los blancos solo han ganado dos (Mallorca y Juventus). Perdió en Liverpool y contra el Celta, y empató en Vallecas y Elche. Vinicius suma 11 choques sin meter y en Liga solo ha dado una asistencia en los últimos nueve. La primera solución ofensiva de Xabi es Rodrygo, que no anota desde marzo, y su ojito derecho confeso del verano, Mastantuono, acumula tres partidos seguidos sin salir del banquillo. En principio, matizan desde el club, no contemplan acudir al mercado invernal. Este domingo, Alonso recuperó en sala de prensa su versión pre ateniense: la huida hacia adelante a la hora de explicar la quiebra del equipo. Mientras en los pasillos escaneaban los males del Madrid, él repitió hasta seis veces que el duelo perdido contra el Celta y el siguiente ante el City eran “solo tres puntos”. Pero no lo parece.
Situación límite para Xabi Alonso y el vestuario del Real Madrid tras su desplome contra el Celta | Fútbol | Deportes
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